La importancia de las cosas
– Hola, soy Luis!
– Hola yo soy Mario. ¿Qué tal? Tus padres trabajando, no?
– Qué va, los míos me dejan en la guarde porque cogen vacaciones y para que estemos en casa molestando, prefieren traernos aqui. Lo hacen por nosotros, porque en casa al final nos aburriríamos. De esta manera estamos con otros niños, hacemos amigos nuevos, y comemos mejor que en casa, eso dice ella, pero en realidad no como nada, no me gusta. Luego vienen a buscarnos y nos llenan de regalos y chuches. Mi madre tiene razón, es mejor que estar en casa.
– Joe, qué suerte tienes tío, mis padres trabajan los dos y como no les dan vacaciones hasta verano, me traen aqui. A mi no me dan ni chuches ni nada al salir, y cuando llegamos a casa jugamos un rato y al baño. Me lava el pelo mi padre hacemos unas bromas con la espuma y esperamos a mi madre a que llegue. Cenamos juntos y a la cama porque madrugamos un montón.
– ¿Cómo dices que te llamabas?
– Mario, y tengo 8 años.
– Ah joe Mario, es que conozco a tanta gente que ya no me caben los nombres en mi cabeza. Yo también tengo 8 años.
– Eh mira, tres cajas de piezas de legos, vamos a montar un ciudad y jugamos?
– Bah, yo paso es que sin tablet me aburro, voy a esperar la cola de la Xbox a ver si se libra.
– Guau! La Xbox, yo tengo en mi casa la play pero jugamos muy poco. A mi me gusta más jugar al domino y juegos de mesa con mis padres.
– Yo la tengo en casa, pero aqui hay juegos más guays. Y además aqui puedes jugar con otro chaval, en casa juego solo contra la máquina y a final me aburro.
– Venga pues te acompaño en la cola para jugar. Espera! Voy a coger algo para entretenerme mientras esperamos.
– Mira, he traido las cartas del Uno. ¿Sabes cómo se juega? ya te enseño y por lo menos nos entretenemos mientras esperamos. A esto juego mucho con mis padres. Soy un crack.
– Eh! ¿podemos jugar nosotros también? Es que llevamos un buen rato esperando a la Xbox pero ese mayor, es muy bueno.
– Sí, sí, sentaros. Cuantos más seamos mejor, más divertido.
– Hola yo soy Mario. ¿Qué tal? Tus padres trabajando, no?
– Qué va, los míos me dejan en la guarde porque cogen vacaciones y para que estemos en casa molestando, prefieren traernos aqui. Lo hacen por nosotros, porque en casa al final nos aburriríamos. De esta manera estamos con otros niños, hacemos amigos nuevos, y comemos mejor que en casa, eso dice ella, pero en realidad no como nada, no me gusta. Luego vienen a buscarnos y nos llenan de regalos y chuches. Mi madre tiene razón, es mejor que estar en casa.
– Joe, qué suerte tienes tío, mis padres trabajan los dos y como no les dan vacaciones hasta verano, me traen aqui. A mi no me dan ni chuches ni nada al salir, y cuando llegamos a casa jugamos un rato y al baño. Me lava el pelo mi padre hacemos unas bromas con la espuma y esperamos a mi madre a que llegue. Cenamos juntos y a la cama porque madrugamos un montón.
– ¿Cómo dices que te llamabas?
– Mario, y tengo 8 años.
– Ah joe Mario, es que conozco a tanta gente que ya no me caben los nombres en mi cabeza. Yo también tengo 8 años.
– Eh mira, tres cajas de piezas de legos, vamos a montar un ciudad y jugamos?
– Bah, yo paso es que sin tablet me aburro, voy a esperar la cola de la Xbox a ver si se libra.
– Guau! La Xbox, yo tengo en mi casa la play pero jugamos muy poco. A mi me gusta más jugar al domino y juegos de mesa con mis padres.
– Yo la tengo en casa, pero aqui hay juegos más guays. Y además aqui puedes jugar con otro chaval, en casa juego solo contra la máquina y a final me aburro.
– Venga pues te acompaño en la cola para jugar. Espera! Voy a coger algo para entretenerme mientras esperamos.
– Mira, he traido las cartas del Uno. ¿Sabes cómo se juega? ya te enseño y por lo menos nos entretenemos mientras esperamos. A esto juego mucho con mis padres. Soy un crack.
– Eh! ¿podemos jugar nosotros también? Es que llevamos un buen rato esperando a la Xbox pero ese mayor, es muy bueno.
– Sí, sí, sentaros. Cuantos más seamos mejor, más divertido.
Se juntan unos cuantos chavales a jugar al Uno. Acaba el chaval mayor de jugar a la XBox y se sienta con ellos a jugar. Sólo se oyen risas y gritos de alegría. La Xbox se ha quedado encendida pero nadie juega con ella. Al final llega la hora de comer y se les ha olvidado para qué estaban haciendo cola.
En el comedor charlan animadamente. Llega la comida:
– Jo tío, ¿no hay pechuga de pollo? Es que a mi esto verde no me gusta.
– Pero si esta súper rico Luis, es baba de dinosaurio mezclado con dientes de bisontes. Mi madre me lo pone mucho.
– ¿Y tú le crees? Es sólo brócoli.
– Sí, pero muy rico. A ella le hace gracia llamar así a las cosas. Lo hace por mi hermana pequeña que sino no come nada. Por qué no intentas a probarlo. A mi me sienta muy bien. y luego podemos hacer campeonatos de pedos, a ver quién se los echa más olorosos. Porque el brócoli a mi me da superpoderes, y me sale cada pedo gigante….
Y todos en la mesa se echan a reir.
– Mamá mira ese chico de ahí es Luis, mamá, algún día puedo ir a comer a su casa? es que comen cosas muy raras y se lo pasan muy bien.
– Papi, este es un nuevo amigo que me he hecho en la guarde de navidad, no le gusta nada el brocoli, ni jugar a los legos, pero debe ser muy bueno con la Xbox, algún día podré ir a su casa a jugar con él?
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Y empiezo el post preguntándome si realmente hemos tomado el camino correcto. Si es normal ir contra corriente, si es normal, que mis hijos salgan los dos, a comer a casa, mientras casi todos sus compañeros se quedan a comer en el cole. Me pregunto si es normal que apenas haga extraescolares, cuando practicamente todos sus compañeros hacen inglés (fundamental), multideporte (trabajo en equipo) música (recomendable), natación… O se quedan desde bien temprano en la guardería. ¿Habéis visto que la palabra guardería viene de guardar? Sí, de tener un sitio donde guardar a nuestros niños mientras nosotros trabajamos, que ese guardar no es gratis, y que todas esas actividades no se las regalan a nadie, al contrario, has calculado lo que te cuesta, y cuanto tienes que ganar tú para pagarlas. Y cuanto dejas de participar en su vida?
En el comedor charlan animadamente. Llega la comida:
– Jo tío, ¿no hay pechuga de pollo? Es que a mi esto verde no me gusta.
– Pero si esta súper rico Luis, es baba de dinosaurio mezclado con dientes de bisontes. Mi madre me lo pone mucho.
– ¿Y tú le crees? Es sólo brócoli.
– Sí, pero muy rico. A ella le hace gracia llamar así a las cosas. Lo hace por mi hermana pequeña que sino no come nada. Por qué no intentas a probarlo. A mi me sienta muy bien. y luego podemos hacer campeonatos de pedos, a ver quién se los echa más olorosos. Porque el brócoli a mi me da superpoderes, y me sale cada pedo gigante….
Y todos en la mesa se echan a reir.
– Mamá mira ese chico de ahí es Luis, mamá, algún día puedo ir a comer a su casa? es que comen cosas muy raras y se lo pasan muy bien.
– Papi, este es un nuevo amigo que me he hecho en la guarde de navidad, no le gusta nada el brocoli, ni jugar a los legos, pero debe ser muy bueno con la Xbox, algún día podré ir a su casa a jugar con él?
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Y empiezo el post preguntándome si realmente hemos tomado el camino correcto. Si es normal ir contra corriente, si es normal, que mis hijos salgan los dos, a comer a casa, mientras casi todos sus compañeros se quedan a comer en el cole. Me pregunto si es normal que apenas haga extraescolares, cuando practicamente todos sus compañeros hacen inglés (fundamental), multideporte (trabajo en equipo) música (recomendable), natación… O se quedan desde bien temprano en la guardería. ¿Habéis visto que la palabra guardería viene de guardar? Sí, de tener un sitio donde guardar a nuestros niños mientras nosotros trabajamos, que ese guardar no es gratis, y que todas esas actividades no se las regalan a nadie, al contrario, has calculado lo que te cuesta, y cuanto tienes que ganar tú para pagarlas. Y cuanto dejas de participar en su vida?
Además de todos estos gastos, está el gasto personal que ello conlleva. A veces me veo completamente desbordada por mis nervios, por mi ausente paciencia, por mis enfados, porque no han hecho algo como yo quería. O porque no me escuchan a la primera.
Pero cuando veo que vemos una película juntos, agarrados de la mano, sonriendo o llorando según se dé, o cuando todas las noches, absolutamente todas, las terminamos besándonos, y poniéndole una última sonrisa al día, pensando en los mejores momentos del día, cuando echo la vista atrás y mis hijos apenas han estado castigados, y aún así están aprendiendo el valor de las cosas, la importancia de los valores, de hablar para resolver, etc. Entonces sí, entonces sonrío y sé que el tiempo invertido está mereciendo la pena. Que lo estamos haciendo bien.