Vacaciones frustradas

Vacaciones frustradas

Ay queridos lectores!
Cómo me gustaría haberos contado bonitas historias de las vacaciones de semana santa. Pero la realidad ha sido que se acabaron antes de tiempo y de la peor manera posible.
Pero vayamos por partes, porque algo sí salió bien.
Ya empezaron un poco torcidas porque se me olvidó la cámara de fotos, ya que quería hacer unas fotos chulas para luego pasarlas por los filtros del ordenador y crear bonitas historias…
Bueno, tuve que conformarme con la cámara del móvil.
El viaje empezaba en Valencia. Como era fin de Fallas, pues allá que fuimos a conocerlas. Pero cuál fue nuestra sorpresa que llegamos lloviendo. El viernes 18/03 llovía a cántaros en Valencia. Asi que nos quedamos jugando a las cartas en nuestra casa con ruedas.

El sábado cogimos el metro desde el área de Bétera y nos fuimos a pasar el día a Valencia, la idea era quedarnos todo el día hasta la noche, pero sinceramente pasear entre calles viendo fallas sin conocer, se me hacía muy cuesta arriba, asi que decidimos ir a la mascletá de las 14horas en la plaza del ayuntamiento y después a descansar al área. Y así salimos hacia las 20.30 de nuevo para Valencia a ver las Cremás. Fue bonito. Aunque sigo sin entender el sentido de la fiesta. Imagino que lo mismo dirán de nuestra tamborrada. Pero la verdad es que ver esos monumentos en cartón piedra tan bonitos, y luego verlos arder entre llamas y ese humo tan negro que salía, tan cercano a las casas.

Pero el post de hoy no va de contaros mis vacaciones, ni si quiera del accidente, sino de lo que vino después.
Volver a casa con la pierna rota, inmovilizada y con dos muletas, no entra en los planes de ninguna madre (ni padre) asi que la organización familiar tuvo que amoldarse. Y ahí es donde estalló toda esa abrumadora solidaridad que me ha hecho tan feliz, y me ha acompañado estas semanas. Empezando por mi pareja, padres e hijos, a cual más y mejor. Sin ellos, habría sido muy díficil manejarse estos días. Pero, casi, esos se dan por hecho, la familia es lo primero, y se vuelcan en uno de los miembros estropeados.
Lo que más me ha llamado la atención es el ofrecimiento voluntario y sin pedirlo que he recibido, desde cuñada hasta vecinas. Eso que parece que ya no se lleva, eso que antes era muy común, pasar a casa de la vecina a echarle una mano, acompañar a los niños al cole o subirte la compra a casa. Pues así me he sentido yo estas semanas de inmovilización.
Madres y padres del cole que se han ofrecido amablemente a ayudarme, me han conseguido silla de ruedas, me han pinchado las inyecciones, han cuidado de los niños en patio y parque.
Me he sentido tan querida en el cole de los niños, entre todos, profesores y padres, he recibido tanto cariño que me ha hecho rememorar el paso por aquel en el que no sentí nada. Pero bueno, este post es positivo.

Gracias a todos los que habéis colaborado en que la recuperación esté siendo buena - Twittealo
, en presencia o en espíritu, todas las muestras se agradecen. Esos mensajes de ánimo y esas caritas sonrientes en el móvil. Gracias.
Poco a poco vamos moviendo un poco más la pierna. Con ganas de ponerla a pleno rendimiento.

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