Ya tenía yo ganas de ir al Morgan. Un local de toda la vida que ha sabido mantenerse, adaptarse y reinventarse. Estuve hace ya unos tres años con antiguas compañeras de un primer curso, de las cuales por cierto poco sé, tendremos que volver a juntarnos.

Y casualidades de la vida, en este nuevo curso he coincidido con una persona cercana al Morgan y le prometí que les visitaría. Y qué mejor que ir con la mejor compañía, el señor susodicho, y regalarnos una noche sin niños. A mi me apetecía salir de marcha como cuando éramos jóvenes, pero entre la mala noche que hacía y el cansancio acumulado de las últimas semanas, no pudo ser.

Pero vayamos por partes.

Como os digo, el Morgan lleva en la Calle Narrica más de 30 años, de hecho, este mes de febrero cumplió 34 años en activo, ahí es nada para un establecimiento de hostelería en Donostia. Algo estarán haciendo bien. Y tenía que ir a comprobarlo.

El local en sí, te traslada a París o a Francia en general, esas mesas de mármol con manteles de papel en las que comes junto a otra pareja, separados por apenas medio metro. Decorado en blanco y negro con cartelones de diferentes eventos.

Tuvimos la suerte de sentarnos al fondo, nos habían reservado un txokito al final del local.

El Morgan ofrece menú completo por 26€ o medios menús, es decir primero + postre o segundo + postre. Es perfecto si, como nosotros, venías de haber comido un montón.

Así que yo me decanté por el Tartar de aguacate con langostino, que entraba súper fresquito, y estaba realmente sabroso. Y menudos trozos de langostino que tenía, parecían cigalas.

Susodicho eligió montadito de pulpo con vinagreta de pimientos.

Yo elegí menú completo, y de segundo elegí el taco de buey. En su punto, rojito, con unas patatas y unos pimientos espectaculares.

Por supuesto, por muy lleno que estés siempre queda sitio para el postre. Él eligió una sopa de yogur con frutos y yo la torrija. Como buena catadora de este postre.

Ha sido una maravillosa experiencia. El local estaba lleno, el servicio ha sido excelente, a un ritmo correcto, sin prisa y sin pausa. El agua no te la cobran porque viene en jarra. Los platos estaban perfectamente diseñados, la cantidad correcta. El pan delicioso, tipo campaña, con la corteza tostadita, la miga holgada. Qué queréis que os diga. Me encantó. Volver a salir a cenar sin niños, después de tanto tiempo y que la cosa salga tan bien, no me lo podía creer.

Que en pleno Donostia tengamos este local es para aprovecharlo.

Encantada de haber ido. Potenciemos el comercio donostiarra, los propios donostiarras.