Homenaje a un profesor actual

Cuando yo íba a clase, te sentabas en tu mesa, te esperabas a que el profesor diera su clase, venía otro, atendías, como mucho hacías alguna ficha, te tiraba un borrador a la cabeza cada vez que te oía cuchichear, o te sacaba al pasillo castigado por no contestar lo que quería oir.
Muchas veces te quedabas sin recreo porque no te había dado tiempo a terminar, o te quedabas media hora más después de clase, encerrado en un aula con otros tantos pobres desgraciados como tú. y ojito con quejarte, porque ibas con una nota para casa. Las faltas de respeto y las agresiones físicas eran el pan de cada día. Y punto.

Yo ahora me asomo por las ventanas de las clases de mis hijos, y les veo deambulando en diferentes entornos, charlando entre ellos, levantando la mano para preguntar u opinar, representando o hablando en público sobre algún tema, y el resto de compañeros escuchar atentamente.
Aun así, veo que los niños salen después de sus horas de escuela despotricando de algún profesor, que si no tiene paciencia, que si grita mucho, que si no explica bien, que si….Y los padres indignados pidiendo reuniones con la dirección porque a sus hijos no les pueden tratar así, que si el profesor no está a la altura, pues que le destituyan, etc.
Pues bien, desde aqui rompo una lanza por esos profesores abnegados, que tratan de lidiar con niños educados de diferentes maneras, cada uno la suya. Eso, confiando que reciben alguna educación en su casa, porque visto lo visto, me da por pensar que campan  a sus anchas. 


El pasado 20 de enero tuve la oportunidad de participar como colaboradora de la tamborrada infantil del colegio de los niños. Acompañando y atendiendo a los niños y niñas que participaban en ella.
Eso fue la guinda del pastel, antes de ese día mis compañeros y yo, todos padres y madres voluntarios que dejan sus tareas durante un par de días a la semana para enseñar a los pequeños tamborreros las canciones de Sarriegui. Les enseñamos a desfilar a tocar el tambor y el barril, pero también preparamos los trajes, se va a las reuniones, se encargan de las acreditaciones, de avisar a los autobuses, de saber a qué hora hay que estar en todas partes, etc. Y la recompensa a esos meses de trabajo es celebrar la tamborrada infantil desde dentro. Y aun así cuidando de los chavales. 89 niños y niñas bajo la responsabilidad de unos voluntarios.
Para que sus papis puedan hacerles las fotos, verles desfilar ese día por las calles de Donostia y pasar un día estupendo.

Pues resulta que esos voluntarios, que no son profesores ni pedagogos, tienen que lidiar con niños de todo tipo. Quiero pensar que están educados, y de hecho muchos de ellos, practicamente todos, se portaron de maravilla y consecuentemente disfrutaron de lo lindo, sólo había que verles las caras, emocionados, nerviosos, ansiosos por desfilar. 
Aun así hubo algunos que sacaron lo peor de mí y mi paciencia, y no me hubiera temblado el pulso a sacarles de la fila y que se estuvieran un ratito sin tocar. 
¿Pero quién soy yo para educar en una mañana el trabajo que no han hecho en su casa durante años? ¿Quien soy yo para decir a un padre o a una madre que su hijo/a es un maleducado que no sabe comportarse  ni mostrar respeto por sus compañeros ni por el resto de personas? ¿Quién soy yo para decir a esos chavales que no se menosprecia a otros centros cuando son nombrados?
¿Quién soy yo? Pues la madre de otro niño que por atender a ese desgarramantas tengo que dejar de atender a otros diez, la madre que tuvo que aguantar los malos modos de tu hijo mientras duró la tamborrada. La madre que aguantó y se reprimió el darle una bofetada como pago a sus desplantes. 

Por eso desde aquí mi pequeño homenaje a esos maestros y maestras que actualmente se juegan su paciencia y su dignidad antes chavales que se creen algo y no son más que niñatos desatendidos, o quizá demasiado atendidos, vaya usted a saber! No me vale achacarlo a sus respectivas mochilas emocionales, porque seguro que hay una salida más allá de dejarles hacer. 

P.D.: Ahora es cuando me llueven los comentarios y los tirones de oreja, pero mira, lo a gusto que me he quedado no me lo quita nadie. Si alguien se siente identificado por algo, que eche un vistazo a su interior y reflexione
Por supuesto esas opiniones son exclusivamente mías, el cole no tiene nada que ver, ni el resto de colaboradores de la tamborrada tampoco. Quede claro. 

5 thoughts on “Homenaje a un profesor actual

  1. Hola guapa! Bueno, vaya por delante que no todos los profesores son una joyas y he tenido la mala suerte de que me toque alguna de esas "perlitas" PEEEERO… en general, tienes toda la razón…. Alucino con comentarios que se oyen en el patio del colegio de "madres abnegadas" que se creen que son la mami del año por defender a capa y espada a su hijo aún cuando no lo merecen… De verdad creen que ayudan en algo a sus hijos así? Yo defiendo a mis hijas como una leona, pero JAMAS he menospreciado o anulado las indicaciones y comentarios de un profesor, ni cuando yo pensaba distinto. Cuando no me parecía correcta la actitud del profesor que fuera, he pedido hora, porque una cosa es la historia que te cuenta tu niña querida o otra la realidad. E incluso en el caso de que la actitud de profe no me convenza ses lo digo a él personalmente y no digo nada delante de mis hijas. De qué sirve? Para crear pequeños dictadores???

    Como siempre Maider, BRAVO!!!

  2. Felicidades Maider! Ya has sido profesora por un día. Todos esos sentimientos y emociones vividas las experimentamos muchos profesores y profesoras a diario. No es que lo hagamos todo siempre bien, tampoco lo creo, pero si voy a decir que lo intentamos contra viento y marea. Creemos en unos valores como los que has comentado (respeto, solidaridad…) Intentamos enseñar además de materias algo tan importante como es "ser persona". Pero claro, ¡quién somos nosotros!Me encantaría que por una vez no se pusiera en entredicho la palabra del profesorado y se contrastaran las versiones antes de cargar contra nosotros. Yo siempre pienso que estamos para ayudar y para colaborar con las familias, en especial cuando los niños necesitan ayuda…a pesar de todo jamás me he arrepentido de mi profesión, me encanta y todos los días trabajo con ilusión por mis alumnos. Un abrazo. Me ha encantado el post, Maider!

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