Reto paciencia
Hace aproximadamente un año que empecé este post, y lo he ido dejando porque de paciencia va y de eso poco tengo. Cada vez menos me he dado cuenta. Reconozco que hay días o temporadas que estoy más nerviosa y todo me afecta, me altera, me hace perder la paciencia, o quizá nunca la tuve.
Soy de esas personas que puedo parecer que tengo paciencia, y la verdad es que no, con la edad me he dado cuenta que soy bastante cascarrabias, y además un poco intolerante. No sé si tendrá que ver mi vida anterior y el desgaste que supone atender a la gente y explicarles una y otra vez los cambios de los billetes aéreos, o la paciencia infinita que requiere no contestar mal a un cliente.
En este caso, la paciencia es para los niños, y me entra la duda de si es sólo para los nuestros o para todos en general. Porque otra cosa no, pero a mis niños les aguanto yo, los demás no tienen por qué, así como tampoco tengo yo que aguantar los de los demás, sobre todo los que no están educados. Pero bueno, eso es otra historia.
El caso es que se nos acercan fechas duras para los padres, y también para los hijos. Ellos están de vacaciones y piensan que todo el campo es orégano, pero resulta que los padres tenemos que trabajar o hacer la comida, o barrer, o la compra, o lo que sea. Y no siempre estamos a su disposición. A mi por ejemplo me entra la eterna duda de apuntarles o no a colonias, campamentos o similares. Por un lado pienso que se lo pasarán mejor que sólo conmigo, por otro lado pienso que ya que los días son tan largos, podríamos aprovecharlos para hacer cosas juntos sin prisa. Aunque a veces sus gustos y los míos no se parecen en nada.
Si al menos viviésemos en una ciudad en la que te garantizas el buen tiempo durante todo el verano, aún puedes pensar en planes, pero en Donostia….
Cayó hace ya tiempo en mis manos ciertas recomendaciones que espero poner en práctica este verano. A saber:
- Liberar nuestra agenda de adultos, y adaptarla a la suya. (Siempre y cuando se pueda)
- Ir al ritmo de los niños, aunque no sé durante cuanto tiempo podremos vivir sin comer caliente.
- No pagar con ellos nuestras frustraciones o rabias.
- Decir las cosas en positivo y con una sonrisa, seguro que todo es más fácil así.
- Pedir un favor a los hijos, uno facilito, para que se sientan útiles y sientan que ellos también forman parte.
- Intentar quejarse lo menos posible. ¿Conseguistéis aquél reto?
No sé si seré capaz de cumplir alguna de las recomendaciones, ni durante cuanto tiempo. Porque me he dado cuenta de una cosa, cuando estamos mi pareja y yo ambos disponibles para los niños, éstos se enfadan y se enrabietan más que cuando están en una rutina. ¿Os pasa a vosotros?
Os aviso de que estoy en este plan «zen» por si me veis por la calle con la cara desencajada, será que la paciencia la he mandado a tomar por culo a paseo y los niños me han mandado a mi a ídem. Así que por favor, apiadáros de mi, no me deis consejos de cómo llevar las rabietas de mis hijos porque a lo mejor soy yo la que os manda a tomar por culo
Feliz verano…