Paseando como siempre, por su bella ciudad, despistados, charlando, agarrados de la mano. Toda una vida juntos y lo que les quedaba por vivir. Sin hijos ni nietos ni padres a los que cuidar sólo se tienen el uno al otro.
Y así estaban, charlando de la vida y de las futuras vacaciones cuando cruzaron sin mirar una calle. Sin mirar lo que les venía. Un autobús la arrebató de su mano, un autobús truncó su vida para siempre. Murió en sus brazos, inmediatamente, apenas tuvo tiempo de agarrarle la cabeza y mirarle a los ojos. Apenas sus labios le rozaron la mejilla en un último gesto.
En el hospital sólo pudieron certificar su muerte, y a partir de ahí fue un deambular como un fantasma por el mundo. Muerto en vida, adiós a su compañera de toda la vida. Adiós a su modo de vida. Adiós.
Papeleos, explicaciones, la casa que se le cae encima. La gente que le para por la calle dándole el pésame y volver a explicar todo. Casi es mejor marcharse y empezar de cero en otra ciudad donde no le conozca nadie.
Qué pena no tener hijos o nietos o padres a los que cuidar, con los que reir o llorar. Qué triste es llorar sólo en casa, sin nadie que te reconforte. Qué triste es ver pasar tu vida en fotografías, siempre acompañado, y ahora sólo, arrebatado, descompensado. Sin ganas de nada.
Cómo seguir viviendo en una situación así. Cómo no querer dejar este mundo. No hay nada que le alegre, no hay nada por lo que luchar, no hay nadie a quien amar. No hay esperanza. No hay nada.
No me apetece hacer nada, no me apetece cocinar, todo me recuerda a ella - Twittealo
Historia inventada basada en hecho real. Qué triste que tu vida se trunque de esa manera. Y qué sentimiento te genera de culpabilidad. De arrepentimiento. De ganas de quitarte de en medio.
Qué manera de acabar tu vida. Y de que se le acabe al compañero.