CANDADOS DEL AMOR

Tranquilos que no voy a empezar a cantar la de Marta Sánchez…
En verano, cuando volvimos de las vacaciones por Francia, paseando por el puente de Maria Cristina (el de Renfe para entendernos) vimos que había montones de candados del amor. Y nos fijamos porque en uno de los mucho puentes que tiene Paris, habíamos visto montañas de candados y nos llamó la atención. El caso es que ADRN se entretenía contándolos mientras cruzábamos por ese puente, cada día había alguno más porque él llevaba muy bien la cuenta. Y derrepente un día de agosto habían desaparecido. Los habían quitado. A todos. Todo el amor de ese puente lo habían quitado. Y ahora hay solo tres valientes candados del amor. No sé cuanto duraran. Es una moda que creo que viene del centro de Europa. Bien bonita pero parece que el ayuntamiento no está conforme con este tipo de “vandalismo” amoroso. Pues qué quieres que te diga, prefiero eso a las macarradas que se pintan por todas las paredes de la ciudad. Porque anda que no lleva tiempo pintado y escrito una palabrota en el parque txiki y no lo quitan, y van retiran estas muestras de amor.
Y junto al citado puente hay unos frondosos árboles que están en peligro de muerte creo yo,
 
porque esas marquitas rosas pintadas en sus ramas no tienen ninguna buena pinta. Y sus hermanos del otro lado de la acera ya han sido talados. Y mira, estos a nadie ha parecido molestar su corte porque no he visto que se hayan quejado mucho.
Conocéis de algún sitio que también haya árboles en peligro de extinción? No me cuesta nada ponerme en marcha. Recordad que me estoy convirtiendo en el don Julio 2.0 de Donostia. Y quien dice árboles, dice «xirimiris» a los que haya que meterle mano.
Hasta mañana. 

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