Hoy es San José, curioso que en un país laico, tengamos tantos santos que celebrar. Es festivo en Valencia con sus fallas, casi vamos este año, pero al final no nos organizamos bien y esperamos a la salida principal de semana santa.
Pero no quería hoy hablaros de vacaciones, sino de padres. Esos grandes olvidados de la maternidad. Cuando estamos embarazadas, sólo nos preguntan y felicitan a nosotras, cuando nace el bebé solo le miran al pequeñín, y como mucho a nosotras, y ellos ahí están, en la sombra, cuidando de la manada como mejor pueden. Anda que no ha habido veces que me ha alimentado a la boquita, como un pájaro a sus crías, mientras yo a su vez le daba al pecho a uno de los retoños. O que se ha levantado él a ver qué le dolía al peque, mientras yo descansaba o dormía profundamente. O cuántas veces se ha bajado al parque a darle patadas al balón, o a subirse al tobogán o andar en bici para entretenerles.
Cómo han cambiado los padres, verdad? Yo tengo el recuerdo de mi padre haciendo la barbacoa en el monte o en el camping, jugando a las cartas con sus amigos, pero no jugando conmigo o enseñándome a andar en bici, ni jugando a juegos de mesa conmigo. De todas formas, mi padre es único, la pasión por la lectura se la debo a él, el querer saber más, se la debo a él, el ser más puntual que el reloj de Londres se lo debo a él, el ser más sincera que un niño pequeño, se lo debo a él, el no saber engañar y sentir que algo me quema por dentro cuando veo una injusticia, se lo debo él.
Qué suerte tienen nuestros pequeños que se llevan a un padre juguetón, amoroso, y enrollado, y las herencias de mi padre que pasarán a la siguiente generación en forma de valores.
Gracias Aita, por ser cómo eres, por ser tan diferente a resto de padres de mi alrededor, y gracias Aitatxi por ser tan maravilloso con nuestra prole. No podría vivir sin ninguno de los dos.
Feliz día del padre a todos los padres con galones, porque ser padre es un grado.
Hasta la próxima…